LA DELINCUENCIA SIN LIMITES: CASO DE ESTAFA A UN CIUDADANO DE LOS PUEBLOS NO CONTACTADOS

El pueblo Waorani es un pueblo de reciente contacto con el Estado, habitan los territorios de las provincias de Orellana, Napo y Pastaza. 

La familia Boyo como la mayoría de los Wao se dedica a la agricultura, quien con la ilusión de acceder a los bienes que ofrece la sociedad moderna, empieza a ahorrar dinero y obtiene un crédito en una de las cooperativas de ahorro locales.

Para realizar la compra de la camioneta, ingresa a la red social Facebook, donde se encuentra con un anuncio llamativo "Boto Toyota Hilux ... al día 2006", es así que inicia el chateo, donde el supuesto dueño del carro primero cuenta que no quizo identificarse, le ha dicho que vive en la ciudad de Quito, pero que trabajaba en la aduana en Cuenca, que tiene los documentos al día, que el precio de venta es de siete mil dólares. 

Tanta la labia del vendedor que termina convenciendo a don Boyo, ellos acuerdan que el negocio se realizaría en Archidona, donde entregaría el dinero y se entregaría la camioneta, con lo que el sueño de a poco se iría convirtiendo en pesadilla. Ese día llega el supuesto cuñado del vendedor manejando la camioneta, le entrega $ 2000 en efectivo y $ 5000 mediante transferencia bancaria. Le dicen que no pueden legalizar los papeles ese mismo día porque el propietario no ha podido viajar, pero que le dejan un contrato en blanco y que la semana siguiente regresarían para firmar y legalizar en la notaría de Archidona.

Ya con la camioneta en sus manos, la familia empezó a disfrutar de este bien, pero como la alegría del pobre dura poco, empezaron las fallas mecánicas, teniendo que asumir gastos de reparación; pero, no todo termina aquí, estando en uno de sus paseos, la Policía Nacional detiene el vehículo en unos de sus operativos, indicándole que es un carro que estaba reportado en el sistema como robado, hecho que conmovió a toda la familia.

Este hecho, es uno más de las estafas que sufren los ciudadanos; pero es una de las pocas personas que aún cree en la justicia y se atreve a denunciar para intentar recuperar su dinero y que el delincuente reciba una sanción.

Pero el hecho no termina aquí; el autor de este ilícito que afecta el patrimonio de un integrante del pueblo waorani es un PPL, una persona que está privada de su libertad, pagando una pena de diez años por otro delito, un ser humano que se encuentra supuestamente rehabilitándose para ser reintegrado a la sociedad al cumplir la pena impuesta.

El carro que fue supuestamente vendido, resulta que había sido robado en Quito y que por ese hecho el propietario tenía puesta la denuncia, por lo que la camioneta fue entregada a su dueño, quedando perjudicado don Boyo en mas de 7000 dólares.

Como profesional del derecho y como ciudadano, me saltan algunas dudas a la cabeza, como por ejemplo: si el estafador está preso, como es que tiene acceso a la tecnología para contactarse con un personaje no contactado y estafarle; quienes dejan pasar los teléfonos a las cárceles; porque no se ponen inhibidores de señal al interior de los centros; quienes son los delincuentes que operan en los exteriores de las cárceles para concretar las estafas.   

En conclusión, la modernidad líquida no respeta barreras, la delincuencia aprovecha todos los espacios para perjudicar el patrimonio de los incautos y el estado lo único que puede hacer en este caso sumar una mancha más al tigre, imponiendo una pena adicional a la pena que está cumpliendo presunto autor de este hecho.

Es hora de tomar conciencia que ahora el ladrón ya no te roba mediante golpes y amenazas ni a punta de pistola; ahora te roba también mediante el uso de la tecnología y las redes. Estamos en la era de la delincuencia 2.0.

 

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